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9 meses con Gravel

Dr. Nectus

Enero fue la fecha en la que me introduje en el mundo de la gravel, unos meses después de empezar a irme al trabajo en bici y unos meses antes de que empezara toda esta pesadilla del bicho.

Mi trayecto hacia el trabajo son 34km con 50/50 de tierra y asfalto (carril bici) y cuando empecé a usar la bici como transporte utilizaba la de montaña.
Yo era de los que renegaba mucho de las gravel pero empezó a aparecer la duda cuando vi la cantidad de kilómetros inútiles (68km/día x 5días/semana) que le estaba haciendo a la btt con el correspondiente desgaste de material. No es una bici World Cup pero no es de iniciación precisamente y preveía que la iba a destrozar innecesariamente, dejándome más dinero en reparaciones que en el bono del tren. Por esa razón empecé a buscar una gravel, de aluminio, básica pero con frenos de disco.
Yo, que tanto había despotricado de esas bicis sacadas del puro marketing, que no eran más que una bici de carretera con ruedas gordas, que no sirven para montaña y son un lastre para carretera. Yo, acabé comprándome una gravel para mis desplazamientos al trabajo.

Las gravel son bicis que sirven para todo pero no sirven para nada.

Después de mirar mucho el mercado de segunda mano acabé con una Scott Speedster Gravel, que investigando después no deja de ser igual a la Speedster normal pero con la pegatina que pone «Gravel», y en vez de llevar neumáticos lisos de 25 los lleva anchos de 35 y con taquitos. Fin, no hay más diferencias y todo lo demás es igual en los dos modelos.

Nada más subirme sentí que era algo más cómoda que la de carretera pura y que con presiones bajas en los neumáticos no era demasiado incómoda en tierra pero por contra, en asfalto arrastras más y lo fluye tanto, por no mencionar los incontables pinchazos que sufrí en esas primeras salidas (con la consecuencia de llegar tarde a trabajar). Así que opté por inflar mucho más, ir más duro y así evitar pellizcos de cámara, llantazos y pérdidas de tiempo, pero tienes que llevar la dirección bien ajustada o tendrás la sensación de que la horquilla se partirá.

Así me he pasado mucho tiempo, sumando horas y kilómetros, pasando de hacer tres días por semana antes del confinamiento a hacer cinco de cinco después (el transporte público no es una opción sana en estos tiempos).

Al final te acostumbras a ir con ella por montaña, subiendo sin problemas pero bajando debes ir mirando bien la trazada en la que te saltarán menos empastes e intentando amortiguar con brazos y piernas sin dejarte las cervicales por el camino. Y cuando vas a hacer asfalto, metes más presión a los neumáticos y puedes rodar junto a sus hermanas de carretera puras con el único handicap de llevar una bici de 10kg. Obviamente estarás en desventaja pero si los compañeros tienen algo de paciencia podrás ir perfectamente.

Realmente ya veis que no soy un fanático de esos modernillos de camisas de cuadros y pantalones de calle pero tengo que reconocer que para lo que la necesito me va muy bien. Hace que llegue al viernes con menos fatiga y puedo ir algo más rápido que si fuera en btt, además puedo adelantar mejor por el estrecho carril bici, pero tampoco me vais a escuchar hablar maravillas de este tipo de bicis porque como ya he puesto, sirve para todo pero no sirve para nada.

Por contra, cada vez me está picando más el cicloturismo, el bikepaking, el montar bolsas o alforjas, llamadlo como queráis, cargarlas con lo justo para ser autosuficiente y tirarte todo el día pedaleando tranquilamente haciendo una ruta circular enorme en varias etapas.
A ver si pasa pronto el pollanovirus y nos deja hacer todo eso más tranquilamente.

Conclusion

Como ya os habréis dado cuenta al leer todo el artículo tengo una especie de amor/odio con esta bici. Como a todo aparato de dos ruedas a pedales le acabas cogiendo cariño pero no deja de ser un híbrido entres dos especialidades en la que no destaca en ninguna. Son bicis de carretera vitaminadas, que sirven para todo pero realmente no sirven para nada, y que para lo que yo la necesito (desplazamientos al trabajo) me va muy bien.
Tampoco he recorrido las típicas rutas gravel para ver los que sienten los fanáticos del sector pero dudo que me convierta en uno de ellos. A fin de cuentas soy un carretero puro y que me gusta divertirme en senderos de un palmo haciendo fluir la bici así que estos híbridos pisteros no me acaban de llenar.
Pero vamos, que cada uno vaya en btt, en flaca, en gravel, en fat, en eléctrica, en plegable urbanita o en triciclo, en lo que le salga de las narices mientras usemos cada vez más la bicicleta para nuestro día a día.

Y como siempre dice L. Pasamontes, esta es mi opinión. Puede no ser la correcta pero es la mía.

SALUD Y PEDALES.

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