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Bonaigua Gran Fondo 2018

Hay marchas cicloturistas que emocionan más que otras, y tras un par de años bastante intensos a nivel de carreras empiezas a mirar más lejos que del patio de casa y a buscar algo diferente.  Pues bien, ya puedo asegurar que sólo por el entorno, volveré a la Bonaigua GF 2019 e intentar rebajar mí tiempo.

A priori todo parece sencillo, ruta casi lineal, subir/bajar/sube-baja/subir/bajar, 110km, 3190m de desnivel (que se quedaron en 2700m según Strava y gracias) y una altitud máxima de 2.072m del Port de la Bonaigua.

Vielha, 16/09/18, 9am.

Sabiendo que no habría clasificación pactamos salida pacífica, de ahí nuestras caras de tranquilidad.

Y a las 9am en punto se da la salida.  Por delante 23km de continuo ascenso superando 1102m de desnivel a una pendiente media del 4,8% y picos del 9% antes de coronar el Port de la Bonaigua a 2072m por la vertiente de la Vall d’Aran.

El ritmo es bastante tranquilo y nos quedamos rodando sin adelantar pero ya sabéis que una cosa lleva a la otra y al final no puedes evitarlo. Es un tramo bastante rodador de falso llano pero se empieza a cortar el pelotón y yo a acelerar con mi compañero Oliver a rueda. Vamos pasando corredores descolgados para pillar al pelotón bastante numeroso que veíamos delante.

Nos pegamos un buen calentón pasando varios pueblos conocidos de la zona, Arties (km6), Salardú (km9) y Baqueira Beret (km13).

Y justo pasar Baqueira Beret empezaba duro y bonito. Diez kilómetros aún para coronar de carretera de alta montaña con paisajes de ensueño en el corazón de los Pirineos.
En ese tramo coincidimos con dos corredores de RideForHer, movimiento solidario para mejorar la calidad de vida en mujeres afectadas por el cáncer de mama, y charlando, charlando coronamos sin darnos cuenta.

Está claro que después de ese breve rato rodando juntos he ganado un par de amigos ciclistas más.

Bien, primera Bonaigua coronada, ahora a bajar. Y qué manera de bajar…
Una primera parte ratonera de curva contra curva, de esas de herradura que tanto gustan. El paraíso para los “descenders”.  Y justo después, unas eternas rectas enlazadas con curvas muy suaves donde mis ochentaitantos kilos ayudaban a coger unas velocidades de miedo. De hecho, en ese momento, llevaba en el gps la pantalla del mapa para anticiparme a las curvas y para no ver los 80km/h de punta. Se me hizo hasta larga la bajada.

Tras 24kms de rápida bajada toca el tramo rompe-piernas. Nos desvían hacia un puerto de tercera (Port son del Pi) coronando en el pueblo de Son, para continuar con un sube-baja sumando metros de desnivel pero con vistas de lujo, antes de bajar hacia la carretera C-13 casi al inicio del Embalse de la Torrassa.
Único tramo llano y rodador pero las fuerzas empiezan a ir justas. Y no falla, 2h35’ de ruta y mi cuerpo se queda vacío. El tío del mazo se me sube a la chepa para ir dando estocadas.

Km63. Carretera de buen asfalto, rodadora hasta ahora pero que empieza a picar hacia arriba con un 7% continuo y donde ninguno de los que vamos quita el plato grande y nadie se descuelga.
km64,5. Nos desvían hacia Valencia d’Àneu y Esterri d’Àneu descendiendo y perdiendo unos valiosos metros de desnivel. El cuerpo ya no está para estas bromas…

Paramos en el avituallamiento sin prisas a intentar recuperar fuerzas.

Por delante teníamos la segunda ascensión al Puerto de la Bonaigua por la vertiente de Pallars Sobirà. 22km de inicio en Esterri d’Àneu superando 1120m de desnivel, a una pendiente media del 5,7% y picos del 9%.

Aunque los datos son muy bonitos para los libros de historia pero la realidad es muy distinta. Igual que la primera ascensión a la Bonaigua (la del principio) apenas me di cuenta y se me pasó volando, esta segunda, con el Señor del Mazo a la espalda y dando estocadas cada dos por tres no fue tan agradable (Las casi dos horas de ascensión tampoco ayudaron).

Las largas y eternas rectas de antes, ahora había que subirlas. Entre un 7 y 9% continuo. No es nada del otro mundo pero ya pica. El calor sofocante y los 30ºC de temperatura tampoco ayudaban. Iba pedaleando sin mirar más allá de mi rueda delantera, con la cabeza gacha y con el tío del mazo arreando. Mil demonios se paseaban a sus anchas.
Llevábamos poco más de la mitad del puerto y veía correr el agua limpia y fresca por el arcén de la carretera y sin pensarlo dos veces paramos para refrescarnos (realmente era una excusa para bajarme de la bici).

Al volver a subir a la bici parece que he recobrado un poco las fuerzas. Unos metros más adelante vemos a otros corredores parados y cargando agua de una pequeña cascada en el arcén y volvemos a parar. Ahora sí, cambiamos el agua de los bidones y bebemos y nos refrescamos por dentro.

Continuamos y llegamos a las famosas herraduras. Qué bonitas, qué paisajes, qué estampa. Subiendo se disfruta más el momento ya que bajando te cansas menos pero se pasa todo más rápido.

Y rozando la agonía coronamos la Bonaigua por segunda vez sabiendo que ya no había nada más que subir.

Paramos unos minutos en el avituallamiento a reponer fuerzas y nos lanzamos para abajo.
Ahora bien, si creéis que sólo nos dejábamos caer estáis muy equivocados. Con algo de fuerzas recuperadas y las eternas rectas de antes, incluso con el plato de 53 dientes ya me quedaba dando saltos. Me acoplaba y a marcar pico de velocidad. Freno, curva, pedaleo, acoplamiento. Y así hasta volver a llegar a Baqueira donde la pendiente suavizaba y empecé a hacer relevos con Oliver.

Y así, fundidos, vacíos, llegamos a meta. Cumpliendo con todo el recorrido con mucho sufrimiento pero disfrutando de la zona y los paisajes.

Sin duda, tal y como he dicho al principio, el año que viene repetiré sólo por volver a disfrutar de los Pirineos y el fin de semana pasado en familia.

Y con esto me despido hasta la próxima, amigos. Espero que os haya gustado y nos veamos en la salida de la edición 2019.

SALUD Y PEDALES

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1 comentario en «Bonaigua Gran Fondo 2018»

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